CURATORIAL BANER TAPPA

Elogio de lo sensible.


Tres acciones entrelazan el trabajo de Cecilia: abrazar, interpretar, reparar.  Lo primero, la impresión que su sensibilidad capta como urgente a ser visibilizado. Esta incitación es un fuerte llamado político. Lo que le pasa a Cecilia engloba sentidos de un mismo acto amoroso: solidaridad hacia la más debilitada, conciencia frente a la opresión, anhelo de justicia social, búsqueda de refugio poético para quienes han perdido todo. 

 

Desde aquí proviene el sistema creador que hace circular un cuerpo de obra más que contundente. Cecilia es una artista de prácticas sumamente fecundas. Su labor polifacética es variada en soportes, formatos y lenguajes. Así, podemos asomarnos a una propuesta abigarrada de pliegues y disloques, de temporalidades distintas, de instantes luminosos y a la vez opacos, que podemos agrupar, con presunción de curadoras por este entusiasmo sensible y lúcido que vino hoy a tomar la Saraco.

 

Una instalación sonora recupera memorias reparando dolores. Los tules, a pesar de su vaporosidad y justamente por ella, dan estructura significante a toda la exposición, habilitando sueños y decires. La experiencia vital late en cada objeto presentado, ready made duchampiano. Objetos rescatados por la práctica artística y curatorial para ser punto de inflexión de cada existencia que manifiestan el modo de trabajo de Cecilia, buscadora de tesoros y activadora de reparaciones. Objetos enmarcados, recolocados como gesto estético. Toques oníricos para este gran sueño de los feminismos populares de imaginar futuridades para todas. 

 

Permea la sala una vocación cartográfica. Esta exposición habla de procesos, viajes de una artista etnográfica, autoetnográfica, comunitaria, parte de la manada que no puede vivir fuera de ella. La generosidad de Cecilia es como su fecundidad, le da voz y arrullo a la vida de todas y ese es el elogio de lo sensible: cómo conservar esa perla que brilla en el fondo del barro de las vidas luchadas.

 

Kekena Corvalán