Osvaldo Parra llegó a Neuquén tras escapar de un maremoto en Chile. Fue albañil y peón rural. Trabajó más de una década junto a Emilio Saraco, quien lo convocó a trabajar con él por su habilidad con la arcilla. Fue uno de sus mejores alumnos, y hoy ha devenido en maestro de la escultura neuquina. Es escritor y un audaz conocedor de la cultura mapuche. Es, además, reconocido como “el hombre de los monumentos”, por ser autor de varios monumentos, escudos y bustos.