Derecho a la soberanía alimentaria
En estos tiempos, donde el mercado nos ofrece los alimentos ultra procesados, donde el tiempo parece pasar cada vez más rápido y creemos contar con menos tiempo para cocinar alimentos ricos y sanos, donde no todos/as contamos con el acceso a la tierra para el cultivo, me parece imprescindible revalorizar la alimentación y la producción de alimentos como economía familiar y comunitaria. Reconociéndonos en las comunidades originarias de nuestros pueblos, quienes intentan preservar el valor de la tierra, no como un recurso sino como una comunión, donde hay una reciprocidad continua.
La soberanía alimentaria, nos invita a pensarnos con los/as otros/as, desde el trabajo comunitario, a través del intercambio de semillas orgánicas de producción propia, a cuestionarnos de quienes somos a través de lo que comemos, replantearnos la alimentación como nuestra propia medicina. Ante las secuelas nocivas, y tan visibles de enfermedades cardiacas, sobrepeso, diabetes, cáncer, cada vez más casos de celiaquía, estrés, y tantos otros padecimientos, por una mala nutrición, es necesario desaprender hábitos alimenticios tan perjudiciales para nuestra salud, y animarse a emprender y volver de alguna forma al camino de la tierra.
Sería fundamental para nuestra sociedad, dejar como legado un puñado de semillas para nuestras infancias, enseñándoles el valor de sembrar sus propios alimentos, sembrar su medicina. Deberíamos dejar semillas de amor, de ternura, de esperanza, de solidaridad, fraternidad y empatía.
La soberanía alimentaria, se abre camino para visibilizar la fuerza de lo colectivo y Es necesario entender que es la hora de la Tierra. Es la hora de los sueños comunes.
“En este mundo hay sitio para todos. La buena tierra es rica. Y puede alimentar a todos los seres. El camino de la vida puede ser libre y hermoso. Pero lo hemos perdido. Pensamos demasiado. Sentimos muy poco. Más que máquinas, necesitamos humanidad. Más que inteligencia, tener bondad y dulzura. Sin estas cualidades la vida será violenta. Se perderá todo”
Somos Candela y Gabriela. Nacimos en Neuquén, Patagonia Argentina, territorio de Jarilla y Limay, desde aquí seguimos creando. Somos mujeres, madres, artistas y artesanas. Nos gustan los colores y los libros de ilustración.
El arte nos acompaña desde nuestra infancia y juventud. Lo elegimos como forma de manifestar nuestros sentires, pensares y creencias de nuevos mundos posibles y abriéndose, en él encontramos una forma de decir a través de imágenes. Nos gusta toda expresión de arte más nos abocamos al dibujo, a la pintura entre otras. Estudiamos en instituciones como la ESBA y también fuera de ellas, autodidacta con otros, en comunidad. Somos eternas estudiantes o más bien eternas curiosas y estamos en continua formación y transformación.
Nos conocimos en espacios colectivos donde siempre acompañamos y aportamos desde el arte en murales con colectivas de mujeres, en escuelas y en bibliotecas populares. En talleres de arte para niños y adolescentes, y para adultos en el área de salud mental. También hemos trabajado en la realización de escenografías para obras de teatros y bandas musicales, hemos gestionado y participado de encuentros de saberes populares, incursionado en maquillaje artístico.
Actualmente nos encontramos gestando un proyecto de ilustración infantil ( arriba: gabi/ abajo: cande
